Felipe Janica
Vanegas
Muchos
se quejan del estado actual de la economía nacional. Otros van más allá y se
atreven a predecir los precios internacionales de los “commodities” y hasta del
dólar. Los más osados y como es costumbre, se empeñan en criticar las políticas
en materia económica. Lo cierto de todo esto es que cuanto más se critica y se
hace tertulia ligera, más tiempo se pierde en tomar decisiones innovadoras para
hacerle frente a los desafíos de los vaivenes de la economía colombiana.
Desde finales de 2014 y principios del año en curso,
nos ha azotado sin darnos cuenta, eventos económicos que para muchos podrían
ser previsibles. La disminución significativa de los precios internacionales
del petróleo ha conllevado a las empresas del sector y aquellas que dependen de
ellas, a revisar sus planes y presupuesto del presente año. Más allá de ello,
el cambio de la divisa estadounidense frente al peso colombiano, ha sufrido una
devaluación cercana al 40% desde principios del cuarto trimestre de 2014 a la
fecha.
¿Qué tanta correlación existe entre la caída de los
precios internacionales del petróleo y la devaluación? Mucho se ha especulado,
pero lo cierto es que cuanto más se depende de bienes primarios de la economía
y particularmente a los commodities
de energía no renovable, mayor será la afectación en la devaluación, o como
sucedía hasta hace un año la revaluación del peso frente al dólar
estadounidense. Fácilmente se puede armar una serie de tiempos en la que se
mida, a través de una regresión lineal (múltiple o simple) qué tanta
correlación existe entre estos dos indicadores que tanta controversia generan
en la economía colombiana.
Lo cierto del caso es que no existe la fórmula
matemática para predecir qué va a pasar en materia de estos indicadores. Lo
cierto es que cuanto más se analicen los estudios económicos provistos por
fuentes académicas y profesionales, aunado con análisis propios de cada
empresa, mejores decisiones se podrán tomar. Esto quiere decir en palabras
sencillas que nadie le va a pegar a las predicciones de manera exacta, pero por
el contrario no se puede ser tan laxo en las decisiones sobre todo por no
querer analizar estos asuntos, que ya para muchos se convierten en mitos
urbanos.
¿Qué tan bueno o malo sea para la economía estos
vaivenes? La respuesta correcta es: Depende. Pues claro, en el caso de la
tendencia devaluacionista, los que ganan son los exportadores. Al tener mayores
ventas, mejores ingresos y consecuentemente podrán mantener su estructura de
costos y en el mejor de los casos ahorrar para cuando se voltee la situación,
como pasó hace unos años. El reto para los exportadores es volverse
competitivos en los mercados internacionales. Allí es donde hay que tener
cuidado. En la medida que se vuelvan más innovadores en temas de distribución y
transporte, más competitivos de largo plazo serán los exportadores. Es que el
error común es sacar pecho de la bonanza devaluacionista, pues desvía la
atención en lo realmente importante que es revisar los planes estratégicos de
manera que den respuesta en épocas de vacas flacas.
En materia de los importadores, la crisis es
notoria. En la medida que no puedan subir sus precios a nivel local, menores
ingresos se perciben. Es aquí donde los importadores se deben volver creativos
en su diversificación de productos y no centrarse en un solo nicho sino
diversificarlos. Es por esto, que cuanto más preparados y mejores planes
estratégicos se tengan, mejor se puede afrontar una crisis tan coyuntural como
ésta.
En cuanto a la macroeconomía, se puede inferir
entonces que el “depende” de la primera pregunta, tendrá estricta relación con
la balanza comercial. En la medida que se tenga una balanza comercial positiva,
la economía se refresca. No obstante, la balanza comercial de 2014 es
deficitaria en US6,3 billones (US$6,293 millones). Por otro lado la tendencia del precio
internacional del petróleo es bajista. Según Fortune, existen siete signos que
indican que el precio del petróleo no se recuperará en el futuro próximo.
Pero bueno, en lugar de quejarnos por los desafíos,
hay es que asumirlos y tener una cultura innovadora. En este tipo de coyunturas
es donde queda demostrado quiénes y de qué están hechos los líderes de empresas.
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