Felipe Janica
Vanegas
En
el mundo de los negocios todo es un riesgo. Nadie tiene una “bola de cristal”
en la que se pueda predecir el futuro. Todos los emprendedores tienen ilusiones
y jamás piensan en lo que estará mal y que mucho menos su idea no será exitosa.
El asunto con todo esto es que en el mundo de los negocios existen muchas
buenas ideas, también muchas de ellas son tan innovadoras que cuando las
confiesas todo el mundo te critica.
Con la turbulencia económica colombiana, muchos se
asustan y comienzan a transmitir inseguridades que se van generalizando. Los
líderes empresariales son aquellos que demuestran mayor inteligencia emocional que
otra cosa. Muchos son los miedos infundidos por la prensa económica y la prensa
del boca a boca. Es cierto, existe mucha incertidumbre con el vaivén del dólar
y del precio del petróleo, pero lo que menos se debe hacer en este momento es
criticar. Lo cierto de todo es que la realidad económica demuestra de qué están
hechos los líderes empresariales.
La naturaleza humana es inexorable. Cuanto más hay
de qué hablar, más críticos se vuelven los seres humanos, sobre todo los
líderes empresariales. Lo peor es que nadie es capaz de decirles a estos
líderes lo contrario, pues el que piense
distinto, inmediatamente se convierte en su objetivo militar. Es obvio que
cuando se piensa distinto y se tiene el valor de decirlo, inmediatamente se le
suma a tu lista de enemigos, uno más. Es por eso que muchos subordinados en las
empresas ni si quiera piensan y se limitan a hacer lo que realmente su jefe
quiere que haga.
El tema controversial acá entonces es ¿Quién es más
perverso, el jefe o los subordinados? Esta es una pregunta inconveniente. Se
puede inferir que dependiendo de en qué lado se esté, la respuesta será obvia.
El problema es qué tanto se está preparado para decirle lo que se siente o
piensa a su jefe. Por más consciente y preparado que se esté para decir lo que
se piense y que esté en desacuerdo con las ideas del líder, el problema es qué
tan conveniente u oportuno se es en
realidad. En la mayoría de los casos no se dice lo que se piensa por temor. Es
este tipo de comportamientos los que hacen que una empresa limite su
crecimiento. En la medida que nadie se atreva a desafiar las decisiones con
argumentos, las empresas pueden perdurar por años con una cultura de miedo. El
tema en cuestión es qué tan perdurable en el tiempo es esta modalidad de
liderazgo.
Por otro lado, si se logra persuadir al jefe acerca
de una postura diferente o diametralmente opuesta a su propia decisión, qué tan
preparado está el jefe en recibirla o cómo reaccionará. Dependiendo de la
respuesta es en donde realmente se demuestra de qué están hechos los verdaderos
líderes y qué tan hábiles son para recapacitar o para terminar de convencer a
los osados subordinados que tuvieron el valor y coraje de decir lo que
realmente pensaban. Este es un asunto de mucha importancia, pues cuanto mejor
se tomen los argumentos de quienes piensan diferente, mejores decisiones se
pueden tomar. Claramente cuando se construye en equipo, mejores resultados
obtienen las empresas.
El asunto importante para los líderes empresariales
es aceptar que existen posiciones diferentes y que éstas redundarán en la
construcción de mejores decisiones para la empresa y no para el líder. Existen
muchos líderes que toman las críticas como ataques sobre su gestión.
Seguramente no se están dando cuenta que deben renovarse o escuchar más en
lugar de “mandar”. Este podría ser un signo en el que se puede influir qué
tanto estamos atravesando por la penosa enfermedad del liderazgo anticuado.
Otro estilo de liderazgo anticuado es aquel que se
focaliza en criticar todas las decisiones de los líderes pares de las empresas.
Cuando se está en la zona cómoda, normalmente no existen desafíos y se cae en
el error de pensar que como siempre se ha hecho de “x o y” forma y como los
resultados han sido bueno, entonces porqué se quiere cambiar. Es por esto que
este tipo de líderes hacen un frente común para criticar las decisiones o las
personas que piensan distinto. Este tipo de líderes hace grupo con personas que
normalmente piensan o siguen sus pensamientos o que incluso cierran filas con
adeptos que normalmente los adulan. Cuando esto ocurre los líderes anticuados creen
que todo está bien y lo que están haciendo es llevar a las empresas a fracasos
y de paso llevan al traste con la cultura de las empresas.
Si este tipo de comportamientos existe, ¿dónde
radica la solución? Esto depende de la cultura de las empresas, es ahí donde
los valores que se definan para la empresa se empezarán a marcar la gran
diferencia. No solamente la definición de valores sino que éstos se hagan
cumplir y se vivan como eje central de las empresas. Es importante entonces que
exista veeduría sobre este cumplimiento. Quien debería velar por este
cumplimiento, debería ser un profesional que reporte directamente a la junta
directiva, pues de esta manera se evitará el sesgo. ¿Es usted un líder
anticuado? Si tiene el valor de
identificarse, con el sólo hecho de asumirlo ya está empezando a salir de esta
penosa zona en la que las críticas son el espejo de las inseguridades o de la
incapacidad.
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