miércoles, 25 de marzo de 2015

El desarrollo de la infraestructura de transporte multimodal será la piedra angular del equilibrio económico


El desarrollo de la infraestructura de transporte multimodal será la piedra angular del equilibrio económico

Felipe Jánica Vanegas

Tal y como ocurre con otros sectores de la economía, en la medida que exista calidad en la prestación de servicios o del producto que se venda, mejor retorno para los productores habrá, pero no sólo para ellos sino para los consumidores. La asignatura pendiente del estado entonces es la infraestructura. Este asunto no depende de un Gobierno o de los partidos políticos sino que la infraestructura del estado en materia de leyes y regulaciones que brinden seguridad razonable sobre la sostenibilidad de los modelos económicos que se deriven del a infraestructura.

               Es inexorable que la ausencia de infraestructura en el estado puede llevar al traste a la competitividad del modelo económico colombiano. Por supuesto, en una economía donde se ha pasado de un modelo “Cepalino” a un modelo “neoliberal”, la competitividad del país debe ser el caballo de batalla para el resurgimiento económico. En Colombia, se ha venido discutiendo, con mucho ahínco, la necesidad de tener vías de cuarta generación para el transporte de carga  y de pasajeros. No obstante, han pasado décadas en la que la mayoría de los colombianos nos hemos quedando esperando las soluciones a problemas de conectividad entre regiones. Puede que la cortina de humo con la que muchos nacimos, como lo es el conflicto armado en Colombia, haya desviado la atención de lo que realmente es importante para el desarrollo económico.

               El modelo descentralizado en Colombia, puede ser uno de los más exitosos en Latinoamérica; sin embargo, habría podido estar lejos de ser el mejor si la infraestructura la hubiese acompañado desde su génesis. Muchas son las envidias que levanta Colombia por su posición geográfica, pues cualquier país del mundo le encantaría estar ubicado geográficamente en el lugar que Dios nos regaló. Ser un punto equidistante en el mundo y tener acceso a dos océanos, hacen de Colombia un país de alta competitividad, siendo ésta uno de los factores fundamentales del modelo de apertura de mercados en materia comercial. No obstante, eso es lo macro, pero en lo micro, no se puede pensar en competitividad si el modelo de  distribución y transporte no acompaña a los productores. Cuando se quiere competir en el mercado internacional e incluso en el interno, no sólo hay que cumplir ciertos requisitos fundamentales. Parte de ellos son el cumplimiento de estándares internacionales de comercio, finanzas y contabilidad, entre otros. Es por esto, que el esfuerzo de los productores por alcanzar un nivel internacional es más que desafiante. Las inversiones en las soluciones “soft” como lo son la preparación y cumplimiento de todos estos estándares internacionales es realmente onerosa. Pero si hablamos de la parte “hard” es decir los costos de producción y de distribución y comercialización, hay mucha tela por cortar y que, difícilmente, un productor puede controlar.

               Por otro lado, no sólo se debe pensar en la competitividad de caras a las exportaciones sino también en el consumo interno. No se puede olvidar que con la apertura de los mercados internacionales y la presencia de competidores internacionales es un hecho, máxime cuando se quiere penetrar en una economía que afronta el mayor crecimiento en Latinoamérica. Para hacer frente al consumo interno que se ha venido incrementando en los últimos años, los productores también deben cumplir con esos requerimientos “soft y hard”. Es por esto que el país debe poner a punto la conectividad de las regiones. Para ello, no se puede olvidar que la distribución del PIB no está necesariamente centralizado en la capital y si fuese así, la capital está en el centro del país muy lejos, en materia de conectividad de los puertos del pacífico y del caribe colombiano.  Con respecto al crecimiento y la distribución económica en Colombia se puede abstraer del reporte económico por regiones en Colombia emitido por el Departamento Administrativo de Estadísticas (DANE de 2104), que Colombia concentra la distribución del PIB en cinco regiones, a saber: 1. Centro 29,3%, 2. Antioquia y Eje Cafetero 13% 3. Occidente 9,4%, 4. Costa Caribe 7,9% (Sólo Barranquilla y Cartagena) y 5. Oriente 7,6% (Santanderes). Sumando estas cinco regiones se llega a la 67.2%. El resto del PIB se distribuye, inequitativamente en el resto de regiones. Con esta información se puede inferir que hay mucho camino por recorrer en términos de equidad entre regiones. No obstante, también se puede inferir que no existe una centralización tan marcada como ocurre en los demás países de Suramérica.

            Con estos datos y con la necesidad de interconectar las regiones y de hacer al país más competitivo, es perentorio que se desarrolle de manera sistemática la infraestructura de transporte del país, no sólo terrestre sino fluvial y férreo, pues en materia de distribución interna, los elevados costos de los productos generan un desafío importante en materia de precio, que difícilmente podrán estar a la altura de los precios de los competidores internacionales. El único beneficiado en el corto plazo es el consumidor, pero en el mediano y largo plazo el gran perjudicado son los productores y con ello el país y los consumidores mismos. La producción agrícola, verbigracia, depende de los pisos térmicos de la geografía colombiana. No se puede producir yuca de alta calidad en el altiplano Cundi-Boyacense colombiano. Tampoco se puede producir papa en la costa caribe colombiana. Pero más allá de esta escueta comparación, se debe entrar a analizar los costos relacionados con la distribución y comercialización de productos. Es por eso que por más que se produzca en terreno fértil y que los productos sean de talla mundial, un factor determinante para el productor es saber qué tan competitivo puede ser su producto, sobre todo cuando se trata de exportar. La infraestructura en este caso juega un papel fundamental, pues cuanto más cercano al puerto de embarque, más competitivo se convierte el producto.

               Es por esto que en la medida que el estado acompañe a sus productores en materia de infraestructura, más competitivos se convierten en el mercado internacional. Al final del día, el más beneficiado de este tipo de inversiones en infraestructura es el estado mismo, pues cuantas más utilidades generen los productores más dividendos reciben sus accionistas, donde uno de los más importantes es el estado.

 

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