Vivir una
experiencia en carne propia, no es lo mismo que leerla o que se la cuenten.
Durante la afortunada visita a España, puede no sólo profundizar en el
conocimiento sino que también pude observar y vivir un pequeño trozo de la
cultura Europea. La expectativa de conocer la cultura europea, se fue incrementando
en la medida que pasaban las horas. Tuve la oportunidad de visitar un par de
empresas localidad en Cataluña (Catalunya en Catalán) y también tuve el honor
de recibir clases de un cuerpo de docente, que conocían de primera mano la
cultura Europea. A mi gusto, fue esa la primera impresión desde el punto de
vista cultural.
Limitado
podría denominar el conocimiento histórico adquirido en mi vida académica, pues
al percibir que el continente europeo está cargado de multiculturalidad dan
cuenta de la realidad que hoy vivimos en Latinoamérica y en Colombia. España, especialmente,
nos es óbice a ello. Llegar a la capital de Cataluña, y mejor aún haber tenido
la oportunidad de compartir con el cuerpo de excelentes docentes y de
empresarios catalanes, me despertó el interés incansable de conocer de primera
mano este extracto de cultura catalana, española y europea.
Digresión
importante ha sido entonces conocer de primera mano la cultura catalana. Podría
describir que esta riqueza cultural ha desenmascarado muchos mitos y realidades
de la cultura catalana y a la vez española. Siendo la “madre patria” para
nosotros los latinoamericanos, finalmente descubrí – literalmente – por qué
somos tan diferentes en nuestros países –incluso en las regiones de mi país de
origen –pero a la vez tan parecidos. Del cómo se percibe la cultura española,
depende también de cómo se comparta la gente de a pie. Haber tenido la
oportunidad de compartir en la calle con catalanes y con gente de otras
regiones de España (valenciana, andaluza y madrileña) me hacen reflexionar que,
dentro del territorio español, hay una mezcla cultural e idiomática, pero sobre
todo con un origen común.
Podría
describir que la multiculturalidad española se manifiesta en los estilos de
dirección. Por motivos laborales he tenido la oportunidad de compartir con
colegas de Málaga y de Madrid, pero no había conocido, de primera mano la
cultura catalana. Ahora conocida, puedo encontrar algunas diferencias y
semejanzas con los estilos de dirección y de gestión en mi país y por qué no en
Latinoamérica.
En Colombia
hemos vivido, con una cultura de anti centralismo, de pronto una cultura peligrosamente
regionalista. ¿Semejanza con España? Por supuesto, es más creo saber ahora la
génesis del regionalismos dentro del territorio colombiano. ¿Cómo impacta ello
en los estilos de dirección? La respuesta podría terminar incluso en una tesis
doctoral. Sin duda, cuanto más conocemos nuestros orígenes, mejor capacidad de
escucha, análisis y comportamiento adoptamos en el mundo de los negocios.
Analizar la economía de Europa y la de España desde la óptica cultural, me
llevan formarme una idea inmaculada del porqué de las crisis económicas y
además de los ciclos de la economía misma. Tratar de separar la historia de la
economía es inapropiado. En contraste a los vaivenes de la economía española y
europea, vemos, cómo los ciclos se alejan de otras regiones del globo. En
contraste con una economía en proceso de recuperación como la española, veo con
buenos ojos una economía colombiana en la cúspide pero a la vez con desafíos
propios de una economía emergente.
En materia
de mercado y en negociaciones, es interesante saber cómo convergen las culturas
sobre un objetivo común. Quizá ese es el núcleo del ideal de Robert Schuman y
Jean Monnet (padres de la creación de la Unión Europea), al tener una Comunidad
de Negocios (Unidad Común). En nuestro caso colombiano, vemos aún con lejana
cercanía, el quiebre de las fronteras imaginarias del regionalismo. Es por eso
que infiero que cuando nuestro premio Nobel el gran Gabo sustentaba sus obras
literarias en el realismo mágico, pensaba en el arraigo cultural y la forma
“Macondiana “de cómo hacemos negocio. La verdad es que el origen de todo esto
lo veo plasmado en la diversidad de regiones de la “Madre Patria”. Ahora si así
es en España, ¿Cómo será en la Comunidad Económica Europea (CEE)? Desafiante es
mi respuesta, pues no sólo hay que lidiar con diferencias culturales sino con
la diversidad idiomática. Literalmente una “torre de babel”.
En el caso
latinoamericano, la tenemos más fácil, pues no tenemos la diferencia idiomática
tan diversa (Español y Portugués), claro está que la diferencia cultural nos
lleva a retos iguales o superiores a los que se viven en España o en la CEE. Es
por eso que la divergencia cultural existente en Europa, catapultan al antiguo
continente en uno de los primeros lugares mundiales en términos de desafíos, no
sólo para quienes lo habitan, sino para quienes lo visitan o han vivido por
espacios de tiempos en este territorio. Nunca es tarde para empezar. Poner en
práctica las lecciones aprendidas, harán seguramente de mi entorno, el mejor
lugar para trabajar, sobre todo un entorno en el que se desafíe plenamente el
conocimiento acumulado, en donde no exista límites para la innovación y sobre
todo un entorno en el que se respete la diversidad de pensamiento.
La riqueza
cultural como puente entre nuestras regiones, nos permitirá encontrar
alternativas. Las alternativas no sólo serán las que podamos aplicar en
nuestras empresas sino también aquellas que están embebidas en el
emprendimiento. Cada vez me convenzo más que en el emprendimiento está parte de
la solución del desarrollo económico anhelado en Colombia. De la experiencia
vivida, no me queda más que pregonar que cuanto más innovador seamos, más
emprendedores somos. Una economía europea que se mueve gracias al
emprendimiento es diciente de lo que podría ser Latinoamérica y mejor aún
Colombia.
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