http://www.elespectador.com/opinion/valores-compartidos-polo-tierra-de-empresas
En momentos difíciles (turbulencia económica, incertidumbres políticas, inestabilidad jurídica, reformas tributarias, entre otros asuntos) es cuando más necesitamos a líderes transformacionales y que actúen como polo a tierra en el desarrollo de las estrategias empresariales.
Los buenos líderes, son aquellos que no se dejan permear por comentarios pesimistas o sesgados y también aceptan ser liderados.
En la búsqueda de la excelencia, los CEO o presidentes de compañías, han venido capacitándose. Para ello, no sólo lo hacen a través de lecturas de “best sellers” sino también yendo a las aulas, o mejor volviendo a ellas. Cada vez existen más programas para altos ejecutivos, no sólo en las universidades locales sino en las grandes universidades del mundo, con programas que aunque onerosos, tienen un contenido muy holístico. El desafío entonces para los CEO o los directivos que toman este tipo de programas, es que puedan replicarlo a sus empresas. De lo contrario esta inversión se puede ir al traste sino no se trasciende a las empresas con temas básicos como los valores empresariales y construcción de relaciones, tanto internas como externas, que se basen en hacer lo correcto y no en el beneficio de corto plazo.
El tema de discusión que me ocupa no es en sí la capacitación de los CEO, sino de qué tanto se replica en las empresas. Pero más allá de este tipo de inversiones, la solución disruptiva que necesitan las empresas hoy día es en la inversión en programas hechos a la medida y, que seguramente, no necesitan de una institución educativa o universidad. Se trata de hacer cumplir y hacer valer los valores empresariales. La primera pregunta es si las empresas cuentan con una estrategia y si dentro de ella han establecido, como brújula de la misma, los valores empresariales y el código de ética. De no tenerlo, los CEO deben ser los escuderos de la definición, junto con su junta directiva, de los valores, el código de ética, misión (mejor aún, su propósito) y visión, es decir para dónde va la empresa en una línea de tiempo. Por el contrario, si las compañías cuentan con esta brújula, el CEO debe no sólo divulgarlo sino hacerlos vivir y compartir.
En la medida que los colaboradores de las empresas vivan y compartan estos valores, se evitarán dolores de cabeza que con el tiempo podrían convertirse en migrañas empresariales. He escuchado mucho en el ámbito empresarial comentarios como: Esta compañía es muy buena y muy rentable, lástima este o estos empleados que hacen que sea una compañía odiada por la comunidad vinculada (Stakeholders). Estos últimos son los llamados empleados tóxicos, los que pueden tener posiciones de mandos medios o inclusos pueden ser vice-presidentes. Sin creerlo o sesgados muchas veces por sólo conocer la versión de este tipo de empleados, los CEO de estas compañías no toman las mejores decisiones, dejándose permear por comentarios que conducen a resultados de corto plazo, los que podrían ser rentables.
Para combatir este mal endémico, es necesario que las empresas y sus directivos hagan vivir los valores de las compañías y los motiven a compartirlos. Estoy convencido que si estos empleados tóxicos se contagian de las buenas prácticas seguramente pensarán más de dos veces en seguir haciendo las cosas a su modo, pues lo más seguro es que queden al descubierto, más temprano que tarde. Una empresa que siga alimentando malas prácticas empresariales, muchas de ellas alimentadas por estos empleados, está condenada al fracaso. El reto aquí no es sólo para las empresas, sino para los consumidores. Así que mucho cuidado con consumir productos o servicios de empresas con empleados tóxicos.
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