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Con ocasión de una nueva crisis fronteriza y quizá una de las más graves por el tinte social; se han venido generando cortinas de humo que, si no se extinguen, le pueden costar retrasos estructurales a la sociedad colombiana.
Sin lugar a dudas, se debe afrontar esta crisis y con altura, pero no se pueden descuidar los frentes en los que realmente tenemos problemas estructurales.
La turbulencia política y económica de un país no puede interferir en sus planes de largo plazo. De lo que realmente debe ocuparse el Estado colombiano, con firmeza y determinación, es de ejecutar sus planes estructurales, es decir, los de mediano y largo plazo. El tema de discusión entonces es qué o cuáles son esos planes que el Estado debe impulsar, independientemente de cualquier crisis que se afronte en el corto plazo.
En columnas pasadas había mencionado algunos aspectos en los que la economía colombiana debería enfocarse, especialmente en dos de ellos: educación e infraestructura. Respecto del primero, la semana pasada tuvo lugar en Bogotá la segunda cumbre líderes por la educación. En esta cumbre se divulgaron, gracias a las iniciativas privadas y medios de comunicación, los desafíos de la educación en Colombia. La ambición del Gobierno es tener el país más educado de América Latina en 2025. Para ello ha dado el primer paso y es darle un presupuesto multimillonario, que por primera vez supera el militar. Pero no sólo basta con el presupuesto, deben buscarse alternativas y alianzas público-privadas (APP) en las que también participe la sociedad civil. Con esto se lograría ser incluyentes y veedores de la inversión de un presupuesto que seguramente atraerá como imán a los amigos de lo ajeno (públicos y privados).
Por otro lado, tenemos el desafío de la infraestructura. Si se logra construir una infraestructura digna, la producción nacional se fortalecerá y será mucho más competitiva, no sólo en la arena internacional de caras a las exportaciones, sino en la local para el consumo interno. Las APP serán la punta de lanza de este desafío. Lo que interesa ahora es que las obras de infraestructura inicien cuanto antes y se intercomuniquen. Para ello es necesario que no se piense en soluciones que conduzcan a la construcción de carreteras, sino también en el transporte multimodal, es decir, aquel que combine no sólo el transporte terrestre sino el fluvial, férreo y marítimo. Para ello se debe proponer, así como se hizo con la educación la semana pasada, una cumbre en la que se discuta y se acuerden los planes de largo plazo en el que se integren las soluciones que el país se merece.
Con una educación que promueva el emprendimiento y la innovación desde las edades tempranas, podremos impulsar a tener más empleadores que empleados. Lo más importante es que en las cátedras se enfatice en los valores de una sociedad en los que deben primar el objetivo común y no el individual.
Una vez tengamos más emprendedores e innovadores, tenemos que darle herramientas para que sean más competitivos y que puedan trascender fronteras. En tal sentido, se debe divulgar en cátedras las alternativas que tenemos para el comercio internacional a través de los crecientes tratados de libre comercio. Todo esto, para que no sea idílico, debe acompañarse de una infraestructura que minimice los costos de producción donde los más influyentes son los fletes. Es por esto que, si se desarrolla una infraestructura multimodal, seguramente redundará en la disminución de costos y apuntará a que seamos más competitivos. En pocas palabras, Colombia puede llegar a ser algo así como Chindia. Es decir, una mezcla de buenas prácticas chinas e indias. Por una lado, India, con su modelos de educación en la que sacó ventaja de sus profesionales con un gran número de doctorados y con ello se promovió la exportación de servicios profesionales; así como el impulso del emprendimiento e innovación. Por otro lado, China, con el impulso de la infraestructura que lo ha llevado a ser uno de los países más competitivos y uno de los principales lideres en producción en el mundo. Todo esto, por supuesto, guardando las proporciones y siendo innovadores de productos no convencionales para ponerles el sello de: Hecho en Colombia.
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