lunes, 21 de septiembre de 2015

Valores compartidos: polo a tierra de las empresas

http://www.elespectador.com/opinion/valores-compartidos-polo-tierra-de-empresas
En momentos difíciles (turbulencia económica, incertidumbres políticas, inestabilidad jurídica, reformas tributarias, entre otros asuntos) es cuando más necesitamos a líderes transformacionales y que actúen como polo a tierra en el desarrollo de las estrategias empresariales.


Los buenos líderes, son aquellos que no se dejan permear por comentarios pesimistas o sesgados y también aceptan ser liderados.
En la búsqueda de la excelencia, los CEO o presidentes de compañías, han venido capacitándose. Para ello, no sólo lo hacen a través de lecturas de “best sellers” sino también yendo a las aulas, o mejor volviendo a ellas. Cada vez existen más programas para altos ejecutivos, no sólo en las universidades locales sino en las grandes universidades del mundo, con programas que aunque onerosos, tienen un contenido muy holístico. El desafío entonces para los CEO o los directivos que toman este tipo de programas, es que puedan replicarlo a sus empresas. De lo contrario esta inversión se puede ir al traste sino no se trasciende a las empresas con temas básicos como los valores empresariales y construcción de relaciones, tanto internas como externas, que se basen en hacer lo correcto y no en el beneficio de corto plazo.


El tema de discusión que me ocupa no es en sí la capacitación de los CEO, sino de qué tanto se replica en las empresas. Pero más allá de este tipo de inversiones, la solución disruptiva que necesitan las empresas hoy día es en la inversión en programas hechos a la medida y, que seguramente, no necesitan de una institución educativa o universidad. Se trata de hacer cumplir y hacer valer los valores empresariales. La primera pregunta es si las empresas cuentan con una estrategia y si dentro de ella han establecido, como brújula de la misma, los valores empresariales y el código de ética. De no tenerlo, los CEO deben ser los escuderos de la definición, junto con su junta directiva, de los valores, el código de ética, misión (mejor aún, su propósito) y visión, es decir para dónde va la empresa en una línea de tiempo. Por el contrario, si las compañías cuentan con esta brújula, el CEO debe no sólo divulgarlo sino hacerlos vivir y compartir.


En la medida que los colaboradores de las empresas vivan y compartan estos valores, se evitarán dolores de cabeza que con el tiempo podrían convertirse en migrañas empresariales. He escuchado mucho en el ámbito empresarial comentarios como: Esta compañía es muy buena y muy rentable, lástima este o estos empleados que hacen que sea una compañía odiada por la comunidad vinculada (Stakeholders). Estos últimos son los llamados empleados tóxicos, los que pueden tener posiciones de mandos medios o inclusos pueden ser vice-presidentes. Sin creerlo o sesgados muchas veces por sólo conocer la versión de este tipo de empleados, los CEO de estas compañías no toman las mejores decisiones, dejándose permear por comentarios que conducen a resultados de corto plazo, los que podrían ser rentables.


Para combatir este mal endémico, es necesario que las empresas y sus directivos hagan vivir los valores de las compañías y los motiven a compartirlos. Estoy convencido que si estos empleados tóxicos se contagian de las buenas prácticas seguramente pensarán más de dos veces en seguir haciendo las cosas a su modo, pues lo más seguro es que queden al descubierto, más temprano que tarde. Una empresa que siga alimentando malas prácticas empresariales, muchas de ellas alimentadas por estos empleados, está condenada al fracaso. El reto aquí no es sólo para las empresas, sino para los consumidores. Así que mucho cuidado con consumir productos o servicios de empresas con empleados tóxicos.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Colombia: lo que puede llegar a ser

http://www.elespectador.com/opinion/colombia-puede-llegar-ser
Con ocasión de una nueva crisis fronteriza y quizá una de las más graves por el tinte social; se han venido generando cortinas de humo que, si no se extinguen, le pueden costar retrasos estructurales a la sociedad colombiana.
Sin lugar a dudas, se debe afrontar esta crisis y con altura, pero no se pueden descuidar los frentes en los que realmente tenemos problemas estructurales.
La turbulencia política y económica de un país no puede interferir en sus planes de largo plazo. De lo que realmente debe ocuparse el Estado colombiano, con firmeza y determinación, es de ejecutar sus planes estructurales, es decir, los de mediano y largo plazo. El tema de discusión entonces es qué o cuáles son esos planes que el Estado debe impulsar, independientemente de cualquier crisis que se afronte en el corto plazo.
En columnas pasadas había mencionado algunos aspectos en los que la economía colombiana debería enfocarse, especialmente en dos de ellos: educación e infraestructura. Respecto del primero, la semana pasada tuvo lugar en Bogotá la segunda cumbre líderes por la educación. En esta cumbre se divulgaron, gracias a las iniciativas privadas y medios de comunicación, los desafíos de la educación en Colombia. La ambición del Gobierno es tener el país más educado de América Latina en 2025. Para ello ha dado el primer paso y es darle un presupuesto multimillonario, que por primera vez supera el militar. Pero no sólo basta con el presupuesto, deben buscarse alternativas y alianzas público-privadas (APP) en las que también participe la sociedad civil. Con esto se lograría ser incluyentes y veedores de la inversión de un presupuesto que seguramente atraerá como imán a los amigos de lo ajeno (públicos y privados).
Por otro lado, tenemos el desafío de la infraestructura. Si se logra construir una infraestructura digna, la producción nacional se fortalecerá y será mucho más competitiva, no sólo en la arena internacional de caras a las exportaciones, sino en la local para el consumo interno. Las APP serán la punta de lanza de este desafío. Lo que interesa ahora es que las obras de infraestructura inicien cuanto antes y se intercomuniquen. Para ello es necesario que no se piense en soluciones que conduzcan a la construcción de carreteras, sino también en el transporte multimodal, es decir, aquel que combine no sólo el transporte terrestre sino el fluvial, férreo y marítimo. Para ello se debe proponer, así como se hizo con la educación la semana pasada, una cumbre en la que se discuta y se acuerden los planes de largo plazo en el que se integren las soluciones que el país se merece.
Con una educación que promueva el emprendimiento y la innovación desde las edades tempranas, podremos impulsar a tener más empleadores que empleados. Lo más importante es que en las cátedras se enfatice en los valores de una sociedad en los que deben primar el objetivo común y no el individual.
Una vez tengamos más emprendedores e innovadores, tenemos que darle herramientas para que sean más competitivos y que puedan trascender fronteras. En tal sentido, se debe divulgar en cátedras las alternativas que tenemos para el comercio internacional a través de los crecientes tratados de libre comercio. Todo esto, para que no sea idílico, debe acompañarse de una infraestructura que minimice los costos de producción donde los más influyentes son los fletes. Es por esto que, si se desarrolla una infraestructura multimodal, seguramente redundará en la disminución de costos y apuntará a que seamos más competitivos. En pocas palabras, Colombia puede llegar a ser algo así como Chindia. Es decir, una mezcla de buenas prácticas chinas e indias. Por una lado, India, con su modelos de educación en la que sacó ventaja de sus profesionales con un gran número de doctorados y con ello se promovió la exportación de servicios profesionales; así como el impulso del emprendimiento e innovación. Por otro lado, China, con el impulso de la infraestructura que lo ha llevado a ser uno de los países más competitivos y uno de los principales lideres en producción en el mundo. Todo esto, por supuesto, guardando las proporciones y siendo innovadores de productos no convencionales para ponerles el sello de: Hecho en Colombia.

Innovación y Emprendimiento Inclusivo ¿Verdad inconveniente?


Innovación y Emprendimiento Inclusivo ¿Verdad inconveniente?


Muy a pesar de que el Estado se muestra parco frente al emprendimiento y a la innovación, recién se empieza promover, por parte de iniciativas privadas, el desarrollo de ideas innovadoras y de emprendimiento. La pregunta es ¿Qué tipo de emprendimiento y de innovación es lo que necesita Colombia?
Son muchos los desafíos que afronta el Estado colombiano en materia socio-económica. Una muestra de ello es la seguridad social, la cual cada día da muestra de un déficit en su cobertura producto de una población creciente y diversa. Esto último por cuenta de una comunidad inclusiva con las minorías. Es por eso que el Estado debe dejar de alimentar su mal endémico: El corto-placismo. En su defecto, debe empezar a afrontar las verdades inconvenientes propias de una economía, y más que ello, de una sociedad globalizada.
Para empezar a darle solución, el Estado debe propender por la generación de empresas productivas. No sólo productores de bienes sino también de servicios, pero aquellos no tan convencionales como los commodities, pues con la inestabilidad mundial de los precios de venta y de insumos, cualquier negocio tambalea. Es necesario entonces que exista una dedicación importante de tiempo a la investigación y desarrollo.
Para ello, es necesario que se fomente una cultura innovadora, la cual normalmente no se encuentra en soluciones no tan obvias. Para poder transformar la cultura colombiana en una innovadora, es necesario ser inclusivo. Si seguimos pensando que la investigación y desarrollo sólo están a cargo del Estado y de las universidades y éstas no fomentan o lo delega en la población, no se puede lograr una solución definitiva.
Para ello, la inclusividad en el emprendimiento debe abrirse paso. Por supuesto sería utópico pensar que se vuelque a la población a la investigación y desarrollo de productos de alta tecnología, cuando ni siquiera tenemos los recursos físicos y económicos para promoverla. Lo que si tenemos los colombianos es una gran creatividad. Esta creatividad se debe explorar más en comunidades minoritarias y que han sido discriminadas históricamente. Si todos los colombianos nos volcamos a promover el emprendimiento en el que se incluyan comunidades minoritarias, no sólo para que hagan parte de ideas de negocio, sino para que se focalicen en la generación de ideas que cubran las necesidades de consumos de esas mismas minorías.
En las empresas de consumo masivo, por ejemplo, se ha logrado ser inclusivo con sus productos. Es decir sus productos pueden ser consumidos por la humanidad sin diferencia de clase, género, orientación sexual, religión o sesgo político. Si eso lo hacen las compañías multinacionales, ¿Por qué no se fomenta la generación de ideas segmentadas para las minorías? De esta manera se puede generar un nuevo nicho de mercado y que seguramente puede generar soluciones hechas a la medida de las necesidades de las minorías.
Quizá el emprendimiento inclusivo sea una de las alternativas de solución para el fondeo de la seguridad social, no sólo en materia de pensiones de jubilación sino en salud, que es lo más urgente. Pero no sólo se puede hacer lo propio con las minorías, en su defecto el eventual post-conflicto, debe prestarse como caldo de cultivo para la generación de iniciativas de emprendimiento en donde se vinculen a la sociedad vulnerable y que ha sido parte del conflicto. Para ellos se necesita una estrategia de educación que promueva alternativas de emprendimiento. En este asunto quizá es donde tenemos todos, vulnerabilidad moral, la cual puede arruinar ideas innovadoras e inclusivas.

¿Nos preocupamos? No… ocupémonos. Muchas expectativas ha generado la turbulencia económica mundial.

http://www.elespectador.com/opinion/nos-preocupamos-no-ocupémonos
Por estos días, Colombia afronta una creciente y casi imparable inflación, una devaluación que apenas comienza y que podría generalizarse producto de su correlación con el precio del petróleo que aún no toca su piso. Es por eso que en la arena internacional estamos dando de qué hablar y no necesariamente de manera halagüeña. ¿Debemos preocuparnos?
En un caldo de cultivo se ha convertido la situación económica actual, en la que cada día afloran oráculos, chamanes y hasta magos que intentan predecir qué va a pasar con la economía mundial y con la colombiana. Me refiero a quienes invierten tiempo pensando, escribiendo y/o tertuliando sobre lo que va a pasar con el precio del petróleo, consecuentemente con la TRM por estar correlacionados (índice R^2 muy cercano a 1). Por otro lado, a mi juicio se está invirtiendo tiempo valioso en la revisión de las actuaciones pasadas, tanto políticas como económicas, donde sin duda el R^2 sí que es 1, pues no se puede desligar la economía de la política y viceversa. Las revisiones de las actuaciones de los gobiernos de turno en materia económica, la mayoría de las veces se convierten en críticas y no propiamente constructivas. Si bien la historia hace parte fundamental de cualquier análisis, hacer un uso excesivo de ello, significa gastar energía en lo que realmente debería ser importante. Por ejemplo, en materia de resultados financieros de las empresas, los resultados financieros son el principal insumo de las asunciones al momento de presupuestar. No obstante, cuando se hacen presupuestos o pronósticos, es necesario que se revisen en tiempo real la ejecución con el propósito de afinar y corregir las desviaciones, es decir que sea iterativo. Eso es lo que se conoce como presupuesto kayzen. Pero lo realmente importante de cualquier presupuesto es que si no hay ingresos o ventas, no hay proyección que valga. En palabras castizas, estamos embebidos, y sin darnos cuenta, en las críticas de las decisiones pasadas. Por otro lado estamos cayendo en la peligrosa arena movediza de la predicción de variables exógenas, que como sabemos no controlamos. En su defecto, la mejor manera de predecir el futuro es ocupándose del hoy y del ahora. La pregunta entonces en qué nos debemos ocupar hoy en Colombia.
En el campo empresarial, los directivos y sus colaboradores deben revisar su estrategia y si ella se soporta en un plan estructurado. Contar con una estrategia empresarial no garantiza el éxito y sostenibilidad de las empresas y sus colaboradores. Pero si la tienen establecida y divulgada, se minimizan los riesgos que atentan con logro de la misma. En el caso de los ciudadanos de a pie, debemos pensar y actuar de manera disruptiva, es decir debemos desafiarnos en materia de lo que hacemos hoy día por ser exitosos. Si somos empleados debemos retarnos por aportar nuestro potencial a las organizaciones a las cuales prestamos nuestro servicio, pero sobre todo hacerlo con mucha pasión. En el caso de los emprendedores, el reto es hacer lo que realmente los apasiona. Pero no basta sólo con eso, los emprendedores colombianos deben invertir tiempo en innovación de caras a potencializar su producción y hacerla más competitiva no sólo en la arena local sino de caras al comercio internacional. Es que debemos aprovechar las oportunidades en materia de comercio internacional como producto de los TLC que en la actualidad tenemos. De esta manera podremos hacer mayor peso en el lado positivo de nuestra balanza comercial que cada día nos jala al negativo. Ocupémonos entonces en lugar de estar preocupándonos.



Libertad económica en Colombia

http://www.portafolio.co/economia/indice-libertad-economica-heritage-2015-Colombia


La libertad económica es fundamental para generar el ambiente propicio para la creación de empresas y atraer inversión a los países. Colombia fue calificada por la Fundación Heritage y ocupó el puesto 28 a nivel mundial y es segundo en la región. ¿En qué falla el país?



Desde su creación en 1995, el Índice de Libertad Económica ha registrado ejemplos de cambios en política pública que han mejorado el progreso y aumentado la prosperidad.
Este índice mide 10 libertades económicas agrupadas en cuatro categorías las cuales se distribuyen de la siguiente manera:
-Estado de derecho: derechos de propiedad, libertad frente a la corrupción
-Tamaño del gobierno: libertad fiscal, gasto público
-Eficacia reguladora: libertad empresarial, libertad laboral, libertad monetaria
-Apertura de los mercados: libertad comercial, libertad de inversión, libertad financiera.
Para la edición de este año, la Fundación Heritage reportó que la libertad económica aumentó a nivel mundial por tercer año consecutivo, alcanzando un nivel récord de 60,4 puntos frente los 60,3 de 2014 y 59,6 unidades de 2013.
A pesar del progreso global registrado en 2015, el número de personas que viven sin libertad económica es perturbadoramente alto: 4.500 millones de personas que representan el 65 % de la población mundial.
UN MUNDO NO TAN ‘LIBRE’
Los promedios regionales muestran que América del Norte lidera la lista con un promedio de 73,9 puntos, seguida de Europa (67), Medio Oriente y África del norte (61,6), Centroamérica y Sudamérica (59,7), Asia-Pacífico (58,8) y África Subsahariana (54,9).
De las 178 economías evaluadas en el Índice 2015, solo cinco alcanzaron altos puntajes, es decir, de 80 puntos o más, lo que las sitúa en la posición de económicamente “libres”.
Estas economías ofrecen entornos institucionales en los que las personas y empresas privadas se benefician de al menos un grado moderado de libertad económica.
Hong Kong sigue manteniendo su estatus de ‘economía más libre’, una distinción que ha logrado durante 21 años seguidos. Le siguen Singapur, Nueva Zelanda, Australia y Suiza.
En la región comprendida por Centroamérica y Sudamérica, todos, salvo ocho países, recibieron un puntaje de libertad económica entre 50 y 70.
Según el Índice, “los cimientos para el buen funcionamiento de la democracia de libre mercado siguen siendo frágiles debido a la corrupción generalizada”. A lo anterior se suma la débil protección de los derechos de propiedad y deficiencias como la ineficacia reguladora y la inestabilidad monetaria.
COLOMBIA, EL SEGUNDO MÁS LIBRE DE LA REGIÓN
El puntaje obtenido por el país es de 71,7 y lo en el puesto 28 a nivel mundial, precedido por Noruega y por delante de Corea del Sur
Este resultado subió un punto más que el año pasado, con mejoras en seis libertades económicas.
La Fundación Heritage destaca que, en los últimos cinco años, la libertad económica de Colombia ha aumentado en 3,7 puntos debido a los “impresionantes logros en la apertura financiera y comercial”.
Así mismo, la economía nacional se ha beneficiado del buen desempeño del sector petrolero durante los años 2013 y 2014 y de la disminución de la amenaza de riesgo, debido a que el Gobierno busca una salida negociada al conflicto.
Aunque para algunos resulta indiscutible que en la última década el país experimentó cambios en materia económica y política, el senador Iván Duque sugirió que los resultados del índice deben estudiarse de manera desagregada para “medir el verdadero avance”.
En términos del estado de derecho, el país logró la siguiente puntuación: derechos de propiedad (50) y libertad frente a la corrupción (36).
Colombia mantiene el puesto 94 del ‘ranking’ de percepción de corrupción.
El Índice muestra que la corrupción se produce en varios niveles de la administración pública. Especialmente, el sistema judicial sigue reflejando bajos niveles de desempeño.
Frente a la libertad fiscal (76) y el gasto público (80,3), Colombia obtuvo buenos resultados que la sitúan superior frente al promedio de la región y del mundo.
El reporte revela que la carga impositiva total es equivalente al 16,1 % del ingreso nacional, mientras el gasto gubernamental ha venido reduciéndose hasta alcanzar el 28,3 % del total nacional.
Al respecto, Duque considera que la eficacia gubernamental es baja debido a un desbordante aumento del gasto público, además “la desigualdad en el país permanece constante como consecuencia de que una gran parte de la inversión pública es económicamente improductiva”.
Con respecto a la eficacia reguladora, el análisis del Índice muestra que el registro de una nueva empresa supone por lo menos 10 procedimientos. Además, los requisitos para obtener licencias pueden necesitar bastante tiempo.
Por otra parte, el país se destaca porque el costo no salarial de contratar a un trabajador es moderado y la regulación de las horas de trabajo es relativamente flexible.
Así mismo, las subvenciones estatales se mantienen por debajo de los promedios regionales.
La libertad empresarial se ubica en el nivel de 81,5 puntos, la libertad laboral es de 81,7 unidades y la libertad monetaria alcanzó una puntuación de 80,1.
A pesar de estos resultados, el senador Duque cree que dichas libertades no tienen un buen desempeño en el país.
“Los cuellos de botella que enfrentan los industriales desde los procedimientos para abrir una empresa como las condiciones para mantenerse en el mercado son limitadas, en especial para las pequeñas empresas”, explicó Duque.
También el mercado laboral presenta inflexibilidades “que encarecen el proceso de contratación y favorecen la informalidad”.
En lo que tiene que ver con la apertura de mercados el país obtuvo los siguientes resultados: libertad comercial (81,2), libertad de inversión (80) y libertad financiera (70).
Colombia, tras ser miembro de la Alianza del Pacífico junto a Chile, Costa Rica, Mèxico y Perú, ha mantenido tasas arancelarias óptimas para este acuerdo comercial.
No obstante, Duque cree que la estructura de los tratados comerciales vigentes con otros países pone “en una situación desventajosa al mercado interno.
Además, los inversionistas extranjeros y locales son tratados por igual ante la ley, lo que ha permitido que las líneas de crédito se adjudiquen en condiciones de mercado. Sin embargo, el acceso a la financiación a largo plazo puede resultar difícil.
¿LIBERTAD PARA HACER NEGOCIOS?
Para Felipe Jánica Vanegas, socio de la firma consultora EY, hacer negocios en el país depende del tamaño de la empresa o compañía que se establece.
“Si hablamos de inversión extranjera, es relativamente fácil. Por lo general las grandes corporaciones que invierten en el país y que generan empleo directo e indirectos, obtienen el acompañamiento del Estado”, indicó Jánica.
Pero si se ‘habla’ de emprendimiento, hacer negocios en Colombia resulta ser todo un desafío.
El acompañamiento del Estado en consultoría y motivaciones para creación de empresas es pobre y deficiente.
“En materia de compañías pequeñas que quieren empezar a exportar, la divulgación por parte del Gobierno es relativamente insuficiente en comparación con lo que se está haciendo en Perú”, comentó el consultor de EY a Portafolio.co.
Por su parte, Iván Duque señaló que la carga tributaria que soportan las empresas, en especial, las pequeñas y medianas, puede ser hasta de 100 % de sus utilidades.
“Los altos costos de energía, de transporte y logística, la dificultad para exportar e importar y la incertidumbre jurídica, además de encarecer el proceso productivo, dificultan la posibilidad de hacer negocios y de mantenerlos a través del tiempo”, finalizó Duque.